31 AÑOS DE VIDA CON EL CUSCATLÁN: UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN Y DEDICACIÓN.

31 AÑOS DE VIDA CON EL CUSCATLÁN: UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN Y DEDICACIÓN.

“Aprendí la fontanería de mi padre, siempre salía a trabajar con él. Mi padre hacía de todo y yo aprendí de él a ser así; aprendí electricidad, mecánico de estructuras metálicas, estuve en el cuartel de Zacatecoluca en donde aprendí refrigeración”

Justo Escobar

Justo representa la virtud de saber hacer de todo. Inició como fontanero y ahora es el jefe de mantenimiento. Conoce cada rincón del coloso de Monserrat.

El 12 de octubre de 1986, San Salvador fue sacudido por uno de los sismos más destructivos de la historia de la ciudad capital. La sacudida causó daños considerables a la infraestructura de la ciudad. Muchas edificaciones sufrieron daños considerables y se derrumbaron; otras, fueron reparadas y sobreviven hasta esta época; y otras, fueron demolidas por los daños estructurales.

El estadio Cuscatlán no escapó a los efectos del terremoto, su estructura resintió la sacudida y las revisiones y reparaciones tuvieron que venir obligadamente. Los daños no afectaron los cimientos del coloso, pero se tuvo que hacer un plan de mediano y largo plazo para continuar dando servicio al fútbol y a la afición y ejecutar las reparaciones.

Para octubre de 1992, EDESSA, que en ese entonces solo administrada los palcos, continuaba trabajando para resolver los problemas heredados del sismo en esa zona del estadio. Para la misión, contrató los servicios de 12 personas, entre fontaneros, albañiles y mecánicos de obra de banco, entre otros oficios. Este grupo sería destinado a las reparaciones de los palcos.

Uno de esos hombres era Justo Ernesto Escobar Rodas, un joven de tan solo 21 años, originario de Zacatecoluca. Con sus habilidades como fontanero, fue asignado a reparar el sistema de tuberías y bombeo de agua potable de los palcos del estadio, dañados por el terremoto.

Los trabajos en los palcos (que incluyó otros rubros como albañilería, pintura, reparar butacas, entre otros) durarían seis meses. El 4 de abril de 1993 se habilitó el acceso total a los palcos.

“Teníamos la meta de tener listos los palcos para el juego de eliminatoria entre El Salvador contra México y cumplimos para satisfacción nuestra, de nuestros jefes y los propietarios de los palcos. Se coronó con la victoria de la selección ante los mexicanos”, recordó Justo Escobar.

Fueron seis meses de arduo trabajo que inició una historia que lleva casi 31 años, ya que, de aquellos 12 trabajadores contratados, Justo es el único que aún sigue prestando sus servicios en el estadio Cuscatlán, ahora como jefe de Mantenimiento.

“Aprendí la fontanería de mi padre, siempre salía a trabajar con él. Mi padre hacía de todo y yo aprendí de él a ser así; aprendí electricidad, mecánico de estructuras metálicas, estuve en el cuartel de Zacatecoluca en donde aprendí refrigeración”, recuerda Justo.

Justo Escobar recuerda que un día estuvo a punto de dejar su trabajo en EDESSA debido a que hubo alguien quería obligarlo a que “agarrara la escoba”, labor que a su juicio no era la que le correspondía dados sus conocimientos técnicos en otras áreas.

“Yo le dije a mi jefe superior que yo tenía muchos conocimientos y habilidades para estar trabajando solo con una escoba en la mano, entonces me dijo que, si yo podía de estructuras metálicas que le reparara todas las butacas de los palcos, le dije que sí, que me comprara el equipo y los materiales para hacerle el trabajo”, rememoró Justo Escobar. Dicho y hecho, se puso a la tarea lo que le valió al final para mantenerse en su puesto y ganarse además un aumento de salario.

Sus deseos de superación lo hicieron estudiar la carrera de Técnico en Electrónica, para seguir obteniendo conocimiento y aplicarlo en sus labores cotidianas de mantenimiento del estadio Cuscatlán, un esfuerzo que a la fecha le vale el reconocimiento de amigos y compañeros de trabajo.

“Ha habido muchos cambios en el estadio y he estado siempre coordinando y dirigiendo porque conozco de mecánica de estructuras, albañilería, fontanería, electricidad, electrónica, y de otras cosas que se necesitan para mantener en buen estado el estadio”, señala Justo.

Por ahora, el tema de la cancha es uno que le tiene especial atención a Justo Escobar y su equipo de trabajo. “Estamos atentos al uso y al mantenimiento de la cancha, dentro de poco habrá tiempo suficiente para ir recuperando la grama para que vuelva a estar mejor para jugar al fútbol”, afirmó Justo Escobar.

Justo siempre anda apurado. Su tarea como encargado del mantenimiento del estadio implica diarias rondas en toda el área del inmueble, y casi nunca para, a pie o en bicicleta. De hecho, al momento de esta entrevista, su teléfono celular y el intercomunicador no dejaron de sonar hasta decirnos que no podía seguir hablando. Tomó su bicicleta y salió veloz por el acceso a Tribuna Sur.

Justo Ernesto Escobar Rodas ya es parte de la historia misma del coloso de Monserrat. Cumplirá 31 años de servicio el próximo 12 de octubre de 2023, siendo el trabajador más antiguo en el estadio Cuscatlán.

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Estadio Cuscatlan